Debo confesar que cuando Jim Delgado, promotor turístico de Huarmey, me
dijo que por la tarde visitaríamos el valle, no tenía mayor expectativa,
imaginaba un conjunto de restaurantes campestres donde almorzar, pero me equivoqué
por completo.
Huarmey se encuentra
en el denominado norte chico, a unas cinco horas de la ciudad de Lima. Es
visitada durante el verano por sus hermosas playas y su rica gastronomía, pero
durante el invierno baja de manera considerable la afluencia de turistas. El
valle es angosto y se encuentra a un kilómetro de la ciudad, su producción es
principalmente de mangos, cítricos, higos, paltas, maíz, espárragos y
arándanos.
Al salir de la ciudad
tomamos la carretera de penetración Huarmey - Aija, avanzamos 11 km hasta un
sector llamado Cuscus y luego de voltear a la izquierda y recorrer unos metros,
llegamos a la huaca "Castillo", que tiene una dimensión de 200 x 65
metros y se encuentra rodeada de terrenos de cultivo. El lugar fue huaqueado
durante años, al igual que otras pequeñas huacas del valle, por ello nadie
imaginó lo que escondía.
Cuando llegamos a la
huaca, esta estaba cercada con alambres de púas y la puerta de ingreso cerrada
con candado. Edy y yo, la bordemos buscando una puerta secundaria para entrar,
cuando llegó Augusto Huby Reyes, un hombre de 80 años, muy risueño que de joven
había sido pescador pero ahora se dedica a la agricultura, siembra espárragos y
también trabaja de guardián en la huaca. Soltó una carcajada mientras se
acercaba con las llaves que nos permitirán el ingreso: "Me han venido a
visitar, soy una de las momias que queda en el Castillo, todas las demás ya se
las han llevado".
En setiembre del 2012,
en la parte más alta de la pirámide, se encontraron seis ofrendas humanas;
debajo de ellas, un gran mausoleo imperial con 57 fardos de mujeres y en el
lado norte de la misma cámara funeraria, tres pequeñas tumbas que
corresponderían a mujeres de la nobleza. Todas ellas lucían joyas que
demostrarían su alto nivel social. Se encontró orejeras de oro, plata y de
otras aleaciones metálicas, cerámica, objetos de piedra tallada, cuchillos
ceremoniales, un kero de piedra de Huamanga, collares, pectorales y telares que
sumaron un total de 1200 objetos en buen estado de conservación. El más
importante hallazgo, luego del Señor de Sipán, se dio a conocer al mundo en el
número de junio del 2013 de la revista "National Geographic".
Al salir del resto
arqueológico, existe un pequeño centro de interpretación que gráfica con
afiches las diferentes etapas del desentierro wari y del trabajo de los
arqueólogos. Al lado se encuentra "La casa de Felipe", conocido local
donde se prepara la famosa chicha huarmeyana, donde nos recibe Silvia Morante.
LA CHICHA HUARMEYANA
En el año 1998,
producto del fenómeno de El Niño Costero, el río Huarmey se desbordó arrasando
los campos, perdiéndose las cosechas. Felipe Morante siempre cultivó maíz de
jora y luego de pasados los efectos de El Niño Costero, volvió a sembrar y sus
cosechas las envió, como todos los años, a las chicheras, encontrándose con que
ellas ya no querían preparar la bebida propia del valle.
Estas chicheras
conocían los secretos ancestrales de familias prehispánicas que habitaron el
valle de Huarmey; como enterrar las mazorcas en arena, el tiempo de los
hervores en utensilios de greda, el uso de la leña de sauce o como embotellar
una bebida no fermentada. Con el desánimo de las chicheras, no solo se
perderían las fórmulas antiguas, sino que Felipe no tendría a quién venderle su
cosecha. De esta manera, decidió pedirle a las señoras que le enseñen y de esa
manera, emprender una nueva aventura: preparar la chicha de jora.
Con esfuerzo, don
Felipe construyó el horno de barro cerca a sus chacras, viajó a Piura a comprar
los porongos especiales que resistirían las altas temperaturas, para poder
continuar con la preparación artesanal de la chicha de jora. Desde ese momento,
su nombre y apellido se convirtieron en sinónimo de la conservación de la
preparación ancestral de la chicha huarmeyana.
Silvia, orgullosa hija
de su padre, nos hace un recorrido por las instalaciones del taller, nos
muestra el horno artesanal, nos explica todo el proceso desde la selección de
los granos que serán secados antes de convertirse en harina, de cómo esta
harina es llevada a las ollas de barro para que pueda cocer con leña de sauce
durante toda la noche de luna llena. Nos comparte su preocupación por la depredación
del sauce, único árbol del que se obtiene la leña con cual se cocinará la
chicha.
La chicha una vez fría
se cuela y tamiza para separar el líquido del afrecho, este afrecho se combina
con agua hervida y de ahí se obtiene el chajao, líquido dulce que se usa como
refresco y que no marea. La chicha colada se deposita en botijas durante diez
días para su maduración, este es el que se transforma en un licor puro que
marea mucho. Al concho que queda en las botijas también se le agrega agua
hervida, esta es una chicha aguada llamada tumbao. Los tres productos, el
chajao, la chicha y el tumbao son embotellados para su comercialización.
Cual sala de
exposición, las paredes de todos sus ambientes muestran fotos de las diferentes
etapas de la preparación de la chicha de jora; además cuenta con un ambiente
acondicionado como museo que muestra piezas wari que los huaqueros le han
obsequiado.
Pasamos al restaurante
que los Morante han levantado, degustamos la maravillosa chicha y un poco de
fréjol colado, como un aperitivo al arroz con pato que nos espera de almuerzo y
cuyo aroma se propaga por todos los rincones. "Debes contar a tus lectores
que no solo tenemos playas", me recomienda Silvia. Mientras Jim Delgado
comenta que luego del almuerzo iremos a ver a la "mama warmi" y una
cascada; que estas forman parte de un destino que han llamado "La ruta milenaria"
y que el municipio busca promover.
Así que en su
siguiente visita a Huarmey, no olvidé que también puede recorrer su campiña,
disfrutar de una chicha incomparable, de elaboración artesanal, de respirar
aire puro y probar exquisitos platos típicos, en un ambiente de historia y
tradición. No se lo pierda.
DATOS:
· En enero del 2010, se creó el "Proyecto de Investigación Arqueológica Castillo de Huarmey" (PIACH), bajo la dirección del arqueólogo polaco Milosz Giersz y del peruano Roberto Pimentel.
· La cultura Wari surge en el altiplano y se expande hasta establecerse en Ayacucho. Los wari operaban como una forma asociativa con las culturas que iba encontrando. En el "Castillo" se evidencia la continuidad wari con las culturas costeras mochica y chimú.
· El arqueólogo italiano Bonavia estableció que la domesticación del maíz en el Perú se habría iniciado en el valle de Huarmey al menos cuatro mil años atrás, lo que habla de un proceso simultáneo a la domesticación del maíz en México, pero con especies propias.
· Según el arqueólogo Héctor Walde, la "Chicha Huarmeyana" por su característica especial fue llevada como ofrenda para las ceremonias del Inti Raymi que se celebraba en el Cusco, capital de Imperio Inca, en homenaje al dios Sol.